Científicos de todo el mundo, fascinados con el iceberg “más grande del mundo”

La impactante placa tiene placas de hielo de 400 metros de grosor, casi mil millones de toneladas y unos 3.600 kilómetros cuadrados.

Por:

Cristian Ortega Mahan

Una imagen de dron muestra el A23a flotando en el océano austral. Fuente: Andrew Miller

El iceberg A23a, conocido como “el más grande del mundo”, ha captado la atención de la comunidad científica internacional debido a su colosal tamaño y su impacto potencial en el ecosistema marino.

Con una superficie de 3.360 kilómetros cuadrados, equivalente a más del doble del tamaño de Londres, y un peso cercano a los mil millones de toneladas, este gigante de hielo se encuentra actualmente encallado cerca de la isla subantártica de Georgia del Sur, en el Atlántico Sur.

El iceberg A23a actualmente es el más grande del mundo. Fuente: Sentinelles Copèrnic

Un viaje de décadas

El A23a se desprendió de la plataforma de hielo Filchner en la Antártida en 1986 y permaneció inmóvil en el mar de Weddell durante más de 30 años. En el 2020, comenzó su lento desplazamiento hacia el norte, impulsado por las corrientes oceánicas. Su trayectoria ha sido monitoreada de cerca por científicos, quienes temían que pudiera colisionar con la isla de Georgia del Sur, una región rica en biodiversidad y hogar de grandes poblaciones de pingüinos y focas.

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Sin embargo, el 1 de marzo de 2025, el iceberg se detuvo a unos 73 kilómetros de la isla, lo que ha generado un alivio entre los investigadores. Según el British Antarctic Survey (BAS), la posición actual del A23a reduce significativamente los riesgos para la fauna local, ya que no se espera que afecte de manera directa las rutas de alimentación de las especies que habitan en la región.

Impacto ecológico y científico

El encallamiento del iceberg ha abierto nuevas oportunidades para estudiar los efectos de estas gigantescas masas de hielo en el ecosistema marino. Por un lado, su deshielo podría liberar nutrientes esenciales en el océano, estimulando el crecimiento del fitoplancton, base de la cadena alimenticia marina.

Por otro lado, su presencia prolongada podría alterar las dinámicas de las corrientes oceánicas y afectar la navegación y la pesca en la zona.

Andrew Meijers, oceanógrafo del BAS, destacó que el comportamiento del A23a ofrece una oportunidad única para comprender mejor la interacción entre los icebergs y el medio ambiente marino.

“Será interesante ver qué sucede ahora”, comentó Meijers, refiriéndose a la posibilidad de que el iceberg permanezca encallado o continúe fragmentándose en piezas más pequeñas.

Un fenómeno que refleja el cambio climático

El caso del A23a también pone de manifiesto los efectos del cambio climático en las regiones polares. El desprendimiento de grandes icebergs de las plataformas de hielo antárticas es un fenómeno cada vez más frecuente, impulsado por el aumento de las temperaturas globales. Estos eventos no solo tienen implicaciones locales, sino que también afectan el nivel del mar y las corrientes oceánicas a escala global.

El monitoreo constante del A23a por parte de satélites y equipos científicos internacionales subraya la importancia de la investigación en la Antártida para comprender los desafíos climáticos del futuro. Este iceberg, que ha sido testigo de décadas de cambios en el océano Austral, se ha convertido en un símbolo de la fragilidad de nuestro planeta frente al calentamiento global.

El iceberg A23a no es solo una maravilla natural, sino también un recordatorio de los complejos vínculos entre el clima, los océanos y la vida en la Tierra. Su historia, desde su desprendimiento en la Antártida hasta su encallamiento cerca de Georgia del Sur, continúa fascinando a científicos de todo el mundo, quienes ven en él una oportunidad única para avanzar en el conocimiento de nuestro planeta y los efectos del cambio climático.

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