El resurgimiento de Demi Moore, una superviviente de sí misma

A los 62 años y con su primer premio de su extensa carrera, la actriz reivindica su trabajo de la mano de un papel muy osado en la película del momento, La Sustancia.

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Cristian Ortega Mahan

El resurgimiento de Demi Moore, una superviviente de sí misma
Demi Moore logró recuperarse de innumerables obstáculos a lo largo de su vida. Fuente: Canva - La Península - AFP

Si hay que buscar un ejemplo de resiliencia entre las estrellas del Paseo de la Fama, ese es el de Demetria Gene Guynes, conocida en el cine y en el mundo entero como Demi Moore.

Ganadora el pasado domingo del Globo de Oro por su papel en La Sustancia, la intérprete fue noticia por el galardón -el primero de su carrera- y por su reivindicativo discurso sobre el escenario, en el que además de criticar los más que cuestionables estándares de Hollywood, hizo un llamamiento al amor propio y a la autoaceptación. Sus palabras conmovieron al auditorio que respondió con una acalorada ovación. A sus 62 años, la actriz de moda de los 90 vuelve pisando fuerte, convertida en una auténtica maestra de vida.

Una historia de película

Su historia podría ser digna de una película. Así lo hizo ver en el libro de sus memorias, Inside Out, que ella misma publicó en el 2019. Su infancia, adolescencia y juventud se traducen en un cóctel molotov de desagravios, conectados entre sí por causas y consecuencias que conviven con una temprana enfermedad real.

Hija de madre adolescente y drogadicta, Demi Moore tiene que soportar a los 15 años cómo su progenitora la vende por 500 dólares para ser violada. Partiendo de esta premisa es fácil intuir el infierno en el que discurrieron los años jóvenes de la artista.

“Recuerdo usar mis dedos, mis pequeños dedos de niña, para sacarle de la boca las pastillas que mi madre estaba intentando tomarse. Mi infancia ya había terminado entonces, porque hay un momento en que cambia la vida”, explica en su libro.

A los 16 años, la actriz decide buscar mejor suerte lejos de casa. Rebosante de arrojo y belleza, se muda a Los Ángeles para trabajar como modelo, una etapa que le sirve como trampolín para introducirse en el mundo de la interpretación. Su primer gran éxito llegó con la serie General Hospital, pero fue en la década de los 90 cuando se consolida como una de las actrices mejor pagadas de Hollywood por sus papeles protagonistas en títulos comerciales como Ghost, Acoso, Una proposición indecente y Striptease.

Demi era la mujer soñada de la meca del cine norteamericano, pero las heridas del pasado seguían condicionando su vida personal. El alcohol y la cocaína acompañan a la intérprete desde sus primeros rodajes hasta su madurez, aún habiendo ingresado en varias clínicas de desintoxicación. Moore fustiga también su cuerpo con desórdenes alimenticios. “Utilizaba la comida como una manera de castigarme por todo lo horripilante y sucio que veía en mí”, escribe.

Tras matrimonios truncados

    Pero la norteamericana está hecha de pasta dura y sobrevive a sus espirales autodestructivas. En cuanto a sus relaciones, la actriz pasa por la vicaría en tres ocasiones. Con el músico Freddy Moore (30), del que coge el apellido, lo hace recién estrenados los 80. Ella tiene 18 años y él 30. El amor dura cinco años. Están en etapas de la vida diferentes y es la propia artista la que reconoce en sus memorias no haberse sentido realmente comprometida desde el principio. Moore abandona a su primer marido por su compañero de reparto, Emilio Estévez (61), durante el rodaje de la película St. Elmo’s Fire. La relación también es intensa pero fugaz.

Al poco tiempo, la actriz conoce a Bruce Willis (69) en una fiesta tras el estreno de Stakeout, el último trabajo de la artista por aquel entonces (1987). El flechazo es mutuo y a los pocos meses ambos actores se casan en Las Vegas con Little Richard como ministro de la ceremonia. Moore y Willis se habían convertido en una de las parejas más icónicas de Hollywood, un matrimonio con sus más y sus menos que duró diez años, del que nacieron tres hijas y que acaba terminando con un respeto que perdura hasta el día de hoy.

Su ruptura con Willis, la mala crítica de su último film (Hasta el límite) y la delicada salud de su madre, con la que logra reconciliarse en los últimos años de esta, sumen a la actriz durante 1998 en otra grave crisis. “Me sentía fatal”, admite.

Sin embargo, en el 2003, vuelve a encontrar el amor con Ashton Kutcher (45), 16 años menor que ella. En sus memorias, la intérprete relata otro de los episodios más duros de su vida tras perder a los seis meses de embarazo el bebé que esperaba junto al actor. Los problemas con el alcohol habían vuelto a acechar a la actriz meses atrás, por lo que la artista se culpa de la pérdida en su libro. Su matrimonio con Kutcher llega a su fin en el 2011, minado por los tríos impuestos del actor sobre la pareja y las continuas infidelidades de este.

Punto de inflexión

La gran catarsis de Moore llega en el 2012 al sufrir una sobredosis por el consumo de drogas de diseño en una fiesta a la que también asiste una de sus hijas. “Todo se volvió borroso y me podía ver a mí misma desde fuera. Estaba flotando fuera de mi cuerpo en colores que se arremolinaban y parecía que quizás era mi oportunidad: sentí que podía dejar atrás el dolor y la vergüenza de mi vida”, relata en sus memorias.

Alejada durante tres años de sus hijas y sumida en el ostracismo profesional y personal, la actriz toca fondo y decide poner fin, durante un largo proceso, a su caos personal.

Con la ayuda de su familia y de su expareja -y también amigo-, Bruce Willis, con quien pasó la pandemia (2020), la intérprete va superando sus adicciones y encontrando su ansiada paz. “Durante años estuve en espiral, en un camino de verdadera autodestrucción. No importan los éxitos que haya tenido, ni el dinero, ni la fama, nada llenaba mi vacío. Nunca me sentí lo suficientemente buena. Hoy mi salud y mis relaciones son lo más importante”, concluye.

El pasado domingo, la artista ponía el broche de oro tras haber alcanzado la cima de la autosuperación personal al recoger su primer Globo de Oro por su impactante papel en la contundente película La Sustancia: “Celebro este premio como un símbolo de que por fin soy yo misma y que estoy donde me merezco”, sentenció.

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