Celebramos el Solsticio de Invierno: ¿Qué es y qué ocurre un día como hoy?

Cada año se produce un evento astronómico cargado de significado y belleza: el solsticio de invierno. Todo lo que debes saber.

Por:

Cristian Ortega Mahan

El solsticio de invierno tiene implicancias científicas, pero también culturales y hasta mitológicas. Fuente: Canva - La Península

Cada año, alrededor del 21 o 22 de diciembre en el hemisferio norte, y del 20 o 21 de junio en el hemisferio sur, se produce un evento astronómico cargado de significado y belleza: el solsticio de invierno.

Este fenómeno marca el inicio de la estación invernal y se caracteriza por ser el día más corto y la noche más larga del año. Aunque el término puede sonar técnico, el solsticio ha sido motivo de celebración y estudio desde tiempos inmemoriales.

Su contraparte en el hemisferio norte es el solsticio de verano, que se produce entre el 20 y el 22 de junio.

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El solsticio de invierno tiene implicancias científicas, pero también culturales y hasta mitológicas. Fuente: Canva - La Península

¿Qué es el solsticio de invierno?

Durante este evento, el Polo Norte se encuentra inclinado lo más lejos posible del Sol, lo que provoca que los rayos solares lleguen de manera más oblicua y que el hemisferio norte reciba menos horas de luz. Mientras tanto, en el hemisferio sur ocurre lo opuesto: allí se celebra el solsticio de verano, con el día más largo del año.

Desde un punto de vista cultural, el solsticio ha sido venerado por distintas civilizaciones a lo largo de la historia. En la antigüedad, este momento del año simbolizaba el renacimiento del Sol y marcaba el inicio de festividades que aún resuenan en nuestra sociedad, como la Navidad o el Yule. Sin embargo, más allá de las tradiciones, el solsticio es un fenómeno físico fascinante que nos conecta con el cosmos y nos recuerda nuestro lugar en el universo.

¿Por qué ocurre el solsticio de invierno?

El solsticio de invierno ocurre debido a la inclinación del eje terrestre, que está inclinado unos 23,5 grados con respecto al plano de su órbita alrededor del Sol. Esta inclinación es la responsable de que existan las estaciones del año. Durante el solsticio de invierno, el hemisferio norte se encuentra inclinado en dirección opuesta al Sol, lo que reduce la cantidad de luz solar que recibe.

    En términos astronómicos, el Sol alcanza su posición más baja en el cielo al mediodía, un fenómeno observable en lugares con cielos despejados. En latitudes más extremas, como el Círculo Polar Ártico, el Sol ni siquiera llega a salir, dando lugar al fenómeno conocido como noche polar.

Por el contrario, en el hemisferio sur, el solsticio de verano trae consigo días interminables, con el Sol casi siempre visible en el horizonte.

La conexión entre ciencia y tradición

Históricamente, el solsticio de invierno ha sido celebrado por su simbolismo. En el monumento megalítico tipo crómlech Stonehenge, Inglaterra, por ejemplo, los alineamientos de las piedras sugieren que el monumento fue construido, en parte, para observar y venerar este evento.

Los antiguos romanos celebraban las Saturnales, una festividad en honor al dios Saturno, que coincidía con la llegada del solsticio. Del mismo modo, las culturas escandinavas celebraban el Yule, encendiendo hogueras para simbolizar el retorno gradual de la luz solar.

El solsticio de invierno tiene implicancias científicas, pero también culturales y hasta mitológicas. Fuente: Canva - La Península

Desde una perspectiva científica, el solsticio nos ofrece una oportunidad para comprender mejor la dinámica del sistema solar. Nos permite apreciar cómo los movimientos de nuestro planeta influyen en fenómenos que, aunque cotidianos, tienen profundas implicancias para la vida en la Tierra. Además, este día especial nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y la importancia de preservar los ritmos del planeta frente al cambio climático.

Hoy, al mirar al cielo, recordemos que el solsticio de invierno no solo marca el inicio de una nueva estación, sino que también simboliza un momento de introspección y esperanza. Es un recordatorio de que, incluso en las noches más largas, la luz siempre regresa.

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