¿Quejoso crónico? Así afecta tu salud y 4 consejos para cambiar

El quejarse todo el tiempo suele ser psicológicamente una alerta. Puede corregiste, pero es necesario hacer un trabajo a conciencia.

Por:

Cristian Ortega Mahan

Una postura de queja permanente puede tener impacto en la salud. Fuente: Canva - La Península

Expresiones de insatisfacción sobre el tráfico, el trabajo o incluso el clima se han convertido en algo tan cotidiano que han llegado a normalizarse en las interacciones diarias, tanto en el ámbito personal como laboral.

Aunque muchas personas ven las quejas como una forma de desahogo emocional, diversos estudios revelan que este hábito, cuando se vuelve crónico, puede tener consecuencias negativas en la salud mental, emocional y física, tanto para quienes se quejan como para quienes las escuchan.

Según investigaciones citadas por la BBC, quejarse ocasionalmente es una respuesta natural del ser humano, e incluso una función adaptativa. Sin embargo, cuando las quejas se convierten en un comportamiento habitual, pueden transformarse en un patrón perjudicial.

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Algunos expertos sugieren que este hábito actúa como un mecanismo de afrontamiento frente al estrés o una vía para buscar validación social, ya que compartir un malestar puede generar empatía y aprobación en los demás.

Una postura de queja permanente puede tener impacto en la salud. Fuente: Canva - La Península

Causas y probables soluciones

Desde la neurociencia, se han comenzado a explorar las causas y los efectos de la queja, destacándose un factor evolutivo: el cerebro humano está diseñado para detectar amenazas y problemas como una forma de supervivencia. En el pasado, este enfoque en lo negativo ayudaba a identificar y reaccionar rápidamente a peligros reales. Sin embargo, en el mundo moderno, esta predisposición, conocida como “sesgo de negatividad”, puede resultar contraproducente, llevando a una percepción distorsionada de la realidad y a la formación de interacciones sociales basadas en quejas.

El impacto se amplifica en el contexto digital. Las redes sociales fomentan la visibilidad de críticas y descontento, convirtiendo la negatividad en un contenido atractivo que genera debates y amplificación de las quejas.

Estudios también señalan que quejarse frecuentemente puede alterar el cerebro, afectando la toma de decisiones, la resolución de problemas y la función cognitiva. Esto puede derivar en fatiga mental, ansiedad y estrés, alimentando un ciclo de frustración y quejas. Las personas con este hábito suelen ser más pesimistas y menos resilientes frente a las adversidades.

No obstante, hay formas de romper con este patrón. Las estrategias más recomendadas por los psicólogos incluyen:

  • Practicar la gratitud: Anotar en un diario aspectos positivos del día ayuda a cambiar la perspectiva hacia una visión más equilibrada.
  • Buscar soluciones concretas: Hacer listas de acciones para mejorar una situación genera sensación de control y reduce la frustración.
  • Prestar atención al lenguaje: Usar expresiones más neutrales o positivas puede modificar patrones de pensamiento negativos.
  • Establecer límites: Proponer conversaciones constructivas en lugar de centrarse en lo negativo puede fomentar un entorno más saludable.
Una postura de queja permanente puede tener impacto en la salud. Fuente: Canva - La Península

Cambiar el enfoque de las quejas no solo mejora la percepción de la realidad, sino que puede contribuir a un mayor bienestar emocional y a relaciones sociales más positivas.

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