¿Qué pasa en tu cuerpo si consumes tomate todos los días?
Incorporar tomates a tu dieta diaria aporta numerosos beneficios para la salud, desde mejorar la piel hasta fortalecer el sistema inmunológico.

El tomate es un ingrediente fundamental en la gastronomía española y está presente en muchos de los platos más emblemáticos. Preparaciones como el gazpacho y el salmorejo lo utilizan como base, aportando frescura y sabor. Además, el tomate es esencial en ensaladas y en salsas, ya sea para enriquecer guisos o simplemente para acompañar con un buen trozo de pan, ofreciendo una experiencia completa en cada bocado.
Aunque técnicamente es una fruta, el tomate se utiliza como un vegetal en la cocina y se ha convertido en un recurso indispensable. Su variedad es amplia, con tipos que ofrecen distintos sabores, aromas y colores, lo cual permite adaptar cada receta a las preferencias personales. Así, el tomate no solo aporta ese toque especial a los platos, sino que también enriquece nuestras comidas con sus beneficios saludables.
Come un tomate al día y obtén estos beneficios para tu salud

Fortalece el sistema inmunológico
El tomate es una excelente fuente de vitamina C, un antioxidante que refuerza la producción de células inmunitarias y combate los radicales libres. Según la Cleveland Clinic, consumir tomate a diario puede fortalecer el sistema inmunológico y ayudar a prevenir infecciones, protegiendo la salud general.
Cuida el corazón
- Rico en potasio y licopeno, el tomate es un aliado para la salud cardíaca. El potasio ayuda a regular la presión arterial, mientras que el licopeno reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estudios indican que consumir tomate regularmente mejora la circulación y reduce la inflamación en el sistema cardiovascular.
Protege la piel del sol
El licopeno en los tomates actúa como un escudo natural contra los rayos UV. Un estudio en Scientific Reports demostró que consumir tomate regularmente disminuye la sensibilidad de la piel al sol, reduciendo así el riesgo de quemaduras y daños a largo plazo, como el cáncer de piel.
Mejora el estado de ánimo
Comer tomates podría ayudar a reducir síntomas de depresión. Según una investigación en The Journal of Affective Disorders, las personas que consumen tomate varias veces a la semana tienen menos probabilidad de experimentar síntomas depresivos, probablemente gracias a sus antioxidantes y su efecto antiinflamatorio en el cerebro.
Beneficia la salud ocular
Los antioxidantes luteína y zeaxantina en los tomates protegen la retina y pueden prevenir enfermedades oculares como la degeneración macular. La American Academy of Ophthalmology recomienda incluir estos carotenoides en la dieta para mantener la visión y la salud ocular en el largo plazo.
Favorece la cicatrización
Gracias a su contenido de vitamina C, el tomate contribuye a la producción de colágeno, una proteína esencial para la regeneración de la piel y tejidos. Según el International Journal of Surgery, una dieta rica en vitamina C ayuda a una cicatrización más rápida y efectiva de heridas.
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Regula los niveles de azúcar
El tomate, con su fibra y bajo índice glucémico, ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre, evitando picos de glucosa. Esto es beneficioso para personas con diabetes, ya que mantiene la glucosa bajo control y reduce el riesgo de complicaciones metabólicas.
Frito o al natural: ¿Cómo es mejor comerlo?

Cada forma de consumir tomate tiene beneficios diferentes. Al comerlo al natural, el tomate conserva toda su vitamina C, fibra y otros nutrientes sensibles al calor, como el potasio y el ácido fólico, que se pierden parcialmente durante la cocción. Esta opción es ideal para quienes buscan aprovechar al máximo los nutrientes frescos del tomate.
Sin embargo, cuando el tomate se consume frito o cocido, se libera mayor cantidad de licopeno, un potente antioxidante que se absorbe mejor en presencia de grasa, como el aceite de oliva. Según estudios, el licopeno aumenta la protección contra enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, como el de próstata. Por lo tanto, consumirlo cocido permite aprovechar este compuesto de manera más efectiva.
Lo ideal es combinar ambas opciones. Comerlo al natural aporta beneficios específicos de los nutrientes frescos, mientras que consumirlo cocido o frito potencia el efecto antioxidante del licopeno, eso sí, siempre y cuando lo hagas casero, ya que en los supermercados están llenos de azúcar, lo cual va contra tu dieta.
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