La terrible historia real detrás de ‘La Liberación’, lo último de Netflix

La escalofriante película que arrasa en Netflix está inspirada en un inquietante caso real ocurrido hace una década en Estados Unidos.

La liberación es la película que ha cautivado a los espectadores, desbancando a otras producciones populares como El sindicato. Este filme de terror, dirigido y coescrito por Lee Daniels, ha logrado captar la atención de la audiencia por su intensa trama y elenco de renombre que hará que te suscribas un mes más a Netflix.

En La liberación, Glenn Close lidera el reparto, acompañada por Andra Day, Mo’Nique y Caleb McLaughlin, quienes juntos dan vida a una historia que combina terror y drama de manera única. La película ha generado un gran impacto desde su estreno, consolidándose como una de las favoritas de la plataforma en estos días.

Latoya Ammons y una historia real en La Liberación

La película de La liberación está basada en los escalofriantes sucesos que vivió Latoya Ammons junto a su familia en 2011, cuando se mudaron a una casa en Gary, Indiana. Poco después de instalarse, comenzaron a escuchar pasos provenientes del sótano y a ver figuras sombrías. Los fenómenos paranormales se intensificaron: los hijos de Latoya fueron vistos levitando, hablando con voces profundas e irreales y siendo atacados por objetos que se movían solos. Desesperada, la familia buscó ayuda en una iglesia local, que les recomendó purificar la casa, pero las manifestaciones sobrenaturales solo empeoraron.

Los servicios sociales intervinieron tras una denuncia anónima, pero los propios trabajadores sociales fueron testigos de comportamientos extraños, como uno de los hijos caminando hacia atrás por una pared. A pesar de que retiraron a los niños de la custodia de Ammons, el párroco Michael Maginot intervino, convencido de que estaban poseídos, realizando tres exorcismos y bendiciendo la nueva casa de la familia en Indianápolis, tratando de liberarlos de los demonios que los atormentaban.

Pese a todo, hubo final feliz

Ammons recuperó la custodia de sus hijos en noviembre de 2012 tras mudarse a su nueva casa y cumplir con las exigencias de los servicios sociales. Para enero de 2013, un informe señaló que la familia había mejorado significativamente gracias a la terapia, y no había vuelto a experimentar problemas con espíritus o presencias demoníacas en su hogar de Indianápolis.

La antigua casa, que fue escenario de los supuestos fenómenos paranormales, se vendió nuevamente por 35.000 dólares, aunque el nuevo propietario se quejó a la policía de la constante presencia de periodistas y fotógrafos.