Así es la oración a San Antonio, para conseguir ayuda con los objetos perdidos

En momentos de desesperación, muchas personas recurren a la fe en busca de ayuda divina para encontrar lo que han perdido.

Por:

Melisa Sbrocco

Es común que, incluso dentro de nuestros propios hogares, perdamos objetos que tienen un valor emocional o económico significativo para nosotros. La angustia que esto genera puede ser considerable, especialmente cuando esos objetos están vinculados a recuerdos importantes o pertenecen a personas cercanas.

Para los fieles de la iglesia católica, San Antonio de Padua es un santo reconocido por su capacidad para interceder en la búsqueda de objetos extraviados. Este monje franciscano, que vivió en el siglo XIII, es conocido por haber encontrado unos manuscritos perdidos en una cueva. No solo ayuda en la recuperación de cosas materiales, sino también en pérdidas del corazón o espirituales, según la página web religiosa ‘Hozana’.

San Antonio ilumina el camino para aquellos que buscan algo perdido, recordándoles la importancia de mantener la fe y confiar sus peticiones a él. A continuación, se presentan dos oraciones específicas dirigidas a San Antonio para estas situaciones.

Cuál es la oración a San Antonio para encontrar cosas perdidas

Glorioso San Antonio, tú has ejercido el divino poder de encontrar aquello que ha sido perdido. Ayúdame a encontrar la gracia de Dios y a hacerme devoto al servicio de él y de las virtudes. Permíteme encontrar lo que he perdido y de esta manera enséñame la presencia de tu bondad.

Al finalizar esta oración, se recomienda rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre. Si lo que usted ha perdido está relacionado con el amor que no ha vuelto a encontrar, el deseo de hallar una pareja, formar una familia o la falta de paz en su vida, también puede hacerle su petición a San Antonio, puesto que brinda ayuda en estos casos.

Oración a San Antonio para encontrar la paz

Oh San Antonio, poderoso intercesor, suplico tomes cuidado paternal de mi alma, de mi cuerpo, de las cosas en las que estoy involucrado y de toda mi vida; nada me hará daño mientras esté bajo tu protección.

Presento mis plegarias al Padre de la Misericordia para que, por tus méritos, se digne a fortalecerme en su servicio, a consolar mi aflicción, a librarme de todo daño y a darme la fuerza para soportar tales cosas por el bien de mi alma.

Tú, que has recibido el privilegio de permitir encontrar las cosas perdidas, ayúdame con mi conciencia, si es voluntad de Dios, para encontrar paz, cuya pérdida me aflige más que cualquier otra cosa en el mundo. A estas gracias añade la de mantenerme firme en mi fe y nunca apartarme de Dios, a quien le debo el honor y las gracias, por los siglos de los siglos. Amén.