¿El hambre nocturna no es solo un antojo? Detecta si se trata de una enfermedad

Si eres de los que difícilmente concilian el sueño durante las noches por una necesidad imperante de comer, es mejor que acudas al médico, ya que podría tratarse de un trastorno.

Por:

Karla Roca

Los trastornos alimenticios han sido ampliamente estudiados durante años, y desafortunadamente se han hecho frecuentes en las últimas décadas.

Aunque la anorexia y la bulimia son las más conocidas, existen otros padecimientos silenciosos que muchas veces son confundidos con caprichos, pero a los que sin duda hay que ponerles atención.

Uno de ellos es el Trastorno por Alimentación Nocturna (TAN), el cual se caracteriza por una predilección por alimentarse principalmente en la tarde-noche, después de la hora habitual de la cena o durante la madrugada.

Este síndrome, de acuerdo a expertos, es la combinación de un desorden alimenticio con un trastorno del sueño, y puede llegar a afectar hasta el 1.5% de la población en general, y se considera multifactorial al tener distintas causas.

¿Qué produce el Trastorno por Alimentación Nocturna?

Aunque las razones no se han definido por completo, muchos señalan las siguientes como posibles causantes de este síndrome:

• Hábitos familiares similares
• Ritmo circadiano atrasado
• Cambios hormonales
• Situaciones externas que alteren la rutina del sueño (turnos laborales, la universidad, el embarazo, entre otras).
• Sobrepeso y obesidad
• Trastorno de ansiedad
• Depresión

La persona que padece TAN usualmente experimenta deseos de comer por la noche, no tiene apetito por la mañana, presenta problemas para conciliar el sueño y sufre de cambios de ánimo, principalmente irritabilidad y depresión.

A pesar de que los signos pueden derivar en un hambre descontrolada, los atracones no siempre forman parte del síndrome, al menos no en todos los pacientes.

Pero entonces, ¿cómo tratar el Trastorno por Alimentación Nocturna? Al igual que la mayoría de los trastornos alimenticios, el TAN tiene un componente psicológico, por lo que el tratamiento debe ser de la mano de esta disciplina, junto con un nutriólogo que defina una dieta balanceada para el paciente.