Óscar Sánchez Gil: ¿Cómo aprovechó las licencias de VTC para ocultar su dinero?

El policía arrestado por vínculos con el narcotráfico utilizaba un enredado sistema para esconder sus ganancias. ¿Qué papel jugó el negocio del vehículo de transporte con conductor?

Por:

Nicolas Lafferriere

El comportamiento de Óscar Sánchez Gil (45) como jefe de policía sigue en evaluación con tal de conocer sus vínculos con el narcotráfico y los métodos que llevaba a cabo para ocultar su fortuna. No solo se aprovechaba de un aspecto inédito para burlar a hacienda, sino que además utilizó las licencias de VTC a su favor para justificar su dinero.

¿Cómo funcionan las licencias de VTC?

En primer lugar, debemos aclarar que las siglas VTC son utilizadas para identificar a los Vehículo de transporte con conductor. Es a través de ellas que se identifican servicios como Uber y Cabify, que pueden solicitarse a través de una aplicación de móvil. Pero los vehículos atados por estos servicios se ven obligados a funcionar con una licencia especial para servir en estos fines.

Lo que nos importa para entender el cómo Óscar Sánchez Gil aprovechó este sistema a su favor es el costo de estas autorizaciones, colocadas en la parte delantera de los vehículos aprobados. Una licencia de VTC de segunda mano cuesta entre 100.000 y 160.000 euros. De acuerdo a datos del Ministerio de Transportes, Madrid cuenta con una licencia VTC por cada siete taxis. La Ley de Ordenación de Transportes permite a empresas ajenas a los ayuntamientos conceder estas licencias.

El “plan maestro” de Óscar Sánchez Gil

La familia del exjefe de la UDEF empezó este operativo de blanqueo en 2018, cuando la cuñada de Óscar Sánchez Gil fundó la primera empresa dedicada al negocio de las VTC. La planta alta de un taller de Vallecas albergaba una gestora de licencias VTC de segunda mano. Aquel taller fue allanado por la Policía Nacional durante el operativo de investigación, resultando en la retención de 80 coches.

En 2021, el operativo de Óscar Sánchez Gil siguió sui curso con la creación de una segunda empresa con sede social en otro taller de Vallecas. Esta se dedicaba a comprar licencias de VTC en lugar de venderlas. Las dos sociedades se manejaban en un sistema de capas, y realizaban constantes operativos de autoabsorción que permitían la creación y cierre inmediato de permisos.

Óscar Sánchez Gil y su familia repitieron este proceso de compra y venta de VTC hasta mitades de 2024. El costoso precio de los permisos, sumado al suficiente grado de separación familiar permitió pasar por alto las grandes cantidades que el policía conseguía gracias a sus vínculos con el narcotráfico. Más de un año de rastreo hacia este operativo y aquellos que lo rodeaban permitieron destapar los actos criminales que Sánchez Gil ocultó por más de cinco años.