El drama de los pueblos que aún no pueden recuperarse tras la DANA

Más allá de la ciudad de Valencia, donde la DANA provocó la gran mayoría de los fallecidos, muchos otros sitioa de la Comunidad Valenciana fueron golpeados.

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Por:

Cristian Ortega Mahan

El drama de los pueblos que aún no pueden recuperarse tras la DANA
Fotografía tomada este jueves en Massanassa. Fuente: X @miguelagracia - Canva

El pasado martes, el caudal del río Turia, desviado por un inmenso canal al sur de Valencia, aún transportaba agua hacia la desembocadura. Esta era la frontera visible entre la aparente normalidad y la desolación tras la histórica riada que asoló la ciudad y su área metropolitana el martes 29, impactando al mundo entero.

El agua que arrasó el cauce del barranco del Poyo, ubicado al sur de la capital, inundó zonas como Benetússer, Alfafar, Massanassa y Catarroja, municipios que, aunque separadas por escasos metros, comparten más que sus límites geográficos: la destrucción que se desplaza de un lugar a otro por el Camino Real de Madrid, una ruta de desolación marcada por los efectos de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos).

Las historias tras la tragedia

En el barrio de La Torre, al sur de Valencia, la parroquia de Nuestra Señora de Gracia se convirtió en un centro de asistencia. En la plaza, frente a la iglesia, la Cruz Roja repartió material de protección, mientras que voluntarios y bomberos de toda España coordinaron las labores de rescate y limpieza.

Emilio Martínez, vecino del barrio, observó el ir y venir de voluntarios desde su portal. A sus 62 años, destacó el valor de la juventud que ha acudido en auxilio de los afectados: “Esto no se paga, chavales”, comentó con admiración hacia los voluntarios que han dado su tiempo sin esperar nada a cambio.

Benetússer, uno de los municipios más afectados, lucha por retomar la actividad. El agua llegó en la tarde del martes pasado, causando estragos, arrastrando vehículos y sumergiendo garajes. Un bombero de Madrid, encargado de vaciar uno de estos garajes, informó de que no se han encontrado víctimas mortales en este sector, disipando el temor generalizado a la presencia de cadáveres bajo el agua.

Con la apertura de las principales vías, algunos negocios comenzaron a limpiar y prepararse para reabrir. Rocío Díaz, vecina de la zona, ayudó en la limpieza de un bar y comentó cómo la comunidad se ha unido frente a la tragedia.

La situación en Alfafar sigue siendo crítica. El fango cubre las calles, el olor a humedad y descomposición se intensifica, y la limpieza avanza lentamente. Aroa Fernández, de 31 años, relata cómo una excavadora comenzó a retirar muebles destrozados, pero los esfuerzos continúan siendo insuficientes en muchas calles. La luz al final del túnel parece aún lejana, a 10 días y con pronóstico de más lluvias para este fin de semana, según informó la AEMET.

Massanassa, por su parte, está cubierta de barro y escombros. La maquinaria pesada finalmente ha llegado a la localidad para retirar coches y objetos arrastrados por las aguas. Sin embargo, la situación sigue siendo complicada, y voluntarios distribuyeron alimentos entre los vecinos. Inmaculada Ponce, de 54 años, sufrió la pérdida de su primo, cuyo cadáver fue encontrado en un coche días después de la DANA. Su testimonio es uno más de los muchos relatos de dolor que se entrelazan con las historias de resiliencia y solidaridad.

La tragedia deja huellas imborrables en la comunidad, pero la esperanza sigue viva en los esfuerzos de los miles de voluntarios que, sin descanso, siguen luchando por restaurar lo que la naturaleza les arrebató.

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